Meritxell Bernal | ENT medio ambiente y gestión

“A veces me siento mal de haberlo hecho” dijo el inventor de las cápsulas monodosis de café en una entrevista en The Atlantic en 2015.[1] Cuando John Sylvan inventó las primeras cápsulas monodosis de café para la empresa Keurig Green Mountain (2002) no se imaginaba el impacto negativo que supondrían para el medio ambiente. Las cápsulas, sean de aluminio o de plástico, son actualmente uno de los residuos más difíciles de gestionar por su composición y diseño. La mezcla de material orgánico e inorgánico y la dificultad de separarlos complica considerablemente el reciclaje. Además, el escaso número de plantas que reciclan este producto hace que el coste de gestión de este residuo sea muy elevado.

La principal marca distribuidora de cápsulas de café en España tiene habilitado un sistema de recogida propio distribuido por sus tiendas, grandes superficies y puntos de recogida de residuos municipales. Sin embargo, un estudio de la OCU de 2013 focalizado en las cápsulas Nespresso recoge que sólo el 18% de los consumidores las llevan a los puntos de recogida que la empresa ha puesto en las tiendas, y como mucho el 10% las llevan a los otros puntos habilitados.[2]
Esto indica que la mayor parte de la recogida y el tratamiento del residuo de cápsulas monodosis de café lo ha estado asumiendo y lo sigue asumiendo la población a través del servicio de recogida de residuos municipales, mientras que los fabricantes y distribuidores han obtenido considerables beneficios por la puesta en el mercado de estas cápsulas.

Actualmente, la normativa europea obliga a los productores y distribuidores de algunos productos a asumir los costes anteriores mediante la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP), una política que pretende traspasar los costes de gestión de la fase post-consumo de los productos a los productores (OCDE, 2016).[3] Sin embargo, la directiva de envases y residuos de envases (Directiva 1994/62)[4] dice que las cápsulas que tienen café dentro no se consideran envases y, por tanto, no están sujetos a RAP.

Por otra parte, la implantación de Sistemas de Depósito Devolución y Retorno (SDDR) o la producción de cápsulas compostables podrían optimizar la gestión de este residuo. En las Islas Baleares, la ley de residuos y suelos contaminados de 2019 prohíbe las cápsulas monodosis de café a menos que sean compostables o fácilmente reciclables.[5]

Aún así, y en concordancia con la jerarquía de residuos, la prevención debería ser la primera opción porque, a parte de la dificultad del reciclaje, se debe tener en cuenta el impacto ambiental que supone el incremento de envoltorios. No es lo mismo comprar un paquete de kilo de café que un kilo de café en pequeñas porciones envasadas individualmente. Asimismo, el aluminio tiene un impacto ambiental elevado asociado principalmente a la extracción de la bauxita y la transformación de esta hasta obtener el aluminio. Así pues, tal vez deberíamos valorar más las cafeteras tradicionales.

[1] https://www.theatlantic.com/technology/archive/2015/03/the-abominable-k-cup-coffee-pod-environment-problem/386501/

[2] https://www.ocu.org/alimentacion/cafe/noticias/que-haces-con-las-capsulas-nespresso-que-consumes#

[3] OCDE (Organització de Cooperació i Desenvolupament Econòmic) (2016), Extended Producer Responsibility: Update Guidance for efficient waste management. OECD Publishing, Paris.

[5] https://www.boe.es/boe/dias/2019/04/13/pdfs/BOE-A-2019-5577.pdf