Rosaria Chifari

En el tercer milenio, debido al fenómeno global de la urbanización, la gestión de residuos sólidos municipales se está convirtiendo en un tema importante para todos los gobiernos del mundo en los países desarrollados y en desarrollo.
La elección de un sistema específico de gestión de residuos urbanos afecta directamente el metabólismo de una ciudad y, en consecuencia, el entorno y la calidad de vida de sus habitantes. El riesgo de fracaso en una adecuada gestión de los desechos puede crear problemas ecológicos, económicos y de salud que conducen a conflictos sociales.

Pero, ¿por qué es tan difícil tratar con los sistemas municipales de gestión de residuos sólidos? ¿Las decisiones políticas se basan en una comprensión real de las cuestiones relevantes? … relevantes para quién? ¿Son los métodos y herramientas existentes capaces de manejar la complejidad en la definición de cuál es el rendimiento de un sistema específico de gestión de residuos?

La definición del rendimiento de un Sistema de Tratamiento de Residuos Sólidos Municipales (MSWMS) es compleja ya que se refiere a diferentes dimensiones (ecológica, económica, técnica, sociocultural y política) y diferentes escalas de análisis (espacial: hogar, zona urbana, municipal, regionales, nacionales y mundiales; temporal: proyectos a corto plazo versus proyectos a largo plazo).

Cada MSWMS opera dentro de un contexto ecológico y socioeconómico específico que lo hace especial y cambia con el tiempo tanto en términos de procesos físicos como de valores culturales. Por otra parte, el sector de los residuos urbanos involucra a distintos actores sociales que tienen diferentes puntos de vista, legítimos pero a menudo contrarios.

Los enfoques generalmente utilizados para basar las elecciones de políticas en el campo de la gestión de residuos simplifican la complejidad de un problema real, adoptando un conjunto finito de indicadores cuantitativos de rendimiento “one size fits all”. Estos enfoques de “políticas basadas en la evidencia” no son apropiados para analizar sistemas socio-ecológicos en evolución y tienen el riesgo de omitir aspectos relevantes.

Las decisiones sobre lo que es relevante y lo que debe considerarse como una mejora en el rendimiento de un MSWMS se toman en la fase pre-analítica de la evaluación. Esta fase es necesaria para garantizar la calidad de la definición del problema y la utilidad del análisis en relación con las metas, criterios, indicadores y opciones políticas que la sociedad seleccione como relevantes. Por esta razón, estas elecciones  pre-analíticas no deben ser realizadas solos por consultores o funcionarios, sino que deben ser coproducidas con aquellos que usarán los resultados del análisis. Una gobernanza eficaz del MSWMS requeriría la capacidad de llevar a cabo procesos participativos en los que los expertos puedan ayudar a las comunidades locales y a sus administradores a tomar decisiones informadas sobre políticas sólidas en este campo.

Antes de comenzar cualquier evaluación cuantitativa, se debería requerir una comprensión adecuada y más holística del contexto cultural, histórico, socioeconómico, institucional y ecológico en el que el MSWMS está operando. Esta contextualización es necesaria para: (i) identificar a los principales actores sociales y las narrativas que apoyan; (ii) reconocer narrativas conflictivas; y (iii) definir los criterios/atributos de rendimiento requeridos para ser incluidos en un paquete integrado de indicadores con el fin de reflejar las diferentes percepciones de rendimiento de un MSWMS encontrado en su contexto socio-ecológico.

En los procesos participativos las partes interesadas deben involucrarse, en primer lugar para definir y validar las cuestiones relevantes que enmarcan el problema (fase de producción de la información cuantitativa) y luego para comprobar la calidad de la representación cuantitativa y deliberar sobre los criterios de rendimiento elegidos y las diferentes alternativas (fase de uso de la información cuantitativa).

Lamentablemente, la participación de los actores sociales es generalmente consultiva en lugar de deliberativa. El uso de la participación deliberativa sigue siendo considerado “nuevo”, por lo que a menudo los usuarios finales no reconocen su relevancia.

La adopción de nuevos enfoques basados ​​en la participación de una mayor variedad de actores sociales debería ser incentivado estableciendo plataformas estables apropiadas que permitan una coproducción y uso efectivo de la información cuantitativa que se utilizará en el proceso de toma de decisiones.
Es importante subrayar que la participación de diferentes actores sociales en el proceso de toma de decisiones en el ámbito de la gestión de residuos no tiene por objeto generar “la mejor política” o “la mejor combinación de tecnologías”.

De hecho, los actores que participan en la evaluación del rendimiento de un MSWMS tienen diferentes visiones, valores, intereses y requisitos diferentes. A modo de ejemplo, un sistema de gestión de residuos puede considerarse como costes para la administración o como una oportunidad para el desarrollo local en términos de empleo.

Los actores sociales pueden definir diferentes objetivos legítimos para cada dimensión (ecológica, social, económica, ambiental, técnica) y elegir “a la carta” un conjunto de indicadores de rendimiento adaptados a situaciones locales específicas.

Si aceptamos que hay diferentes visiones y conjuntos de indicadores de rendimiento para las diferentes partes interesadas, debemos aceptar que es improbable (o difícilmente posible) individualizar la “mejor estrategia o solución” que simultáneamente maximice todos los objetivos. Entonces, cuando las políticas se elaboran, habrá ganadores y perdedores entre los actores sociales, no importa la elección.

El verdadero valor añadido de la participación de los actores sociales en los procesos de toma de decisiones es que está produciendo políticas “robustas” y “justas” generando “útiles” aportaciones de información (relevantes y sólidas) al proceso de gobernanza y está incrementando la transparencia y la calidad del proceso de evaluación y toma de decisiones, que refleja los intereses individuales de los diferentes actores sociales involucrados.

En los territorios donde la calidad de la toma de decisiones de los responsables políticos locales ha sido seriamente cuestionada y la principal preocupación del público es la desconfianza en las organizaciones encargadas de la gestión de residuos municipales, este tipo de transparencia es necesaria porque puede reconstruir la confianza dañada entre los habitantes y gobierno.

Las políticas encaminadas a mejorar la gestión de un sistema local de gestión de residuos deben reconocer el papel central de los actores sociales, cuyas percepciones, narrativas y valores deben desempeñar un papel clave en la elección.