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Miquel Ortega | Fundació ENT

En los últimos años está aumentando significativamente la presión social para afrontar las problemáticas derivadas de las contaminaciones generadas en el ámbito urbano. ¿Por qué ahora? De hecho, en algunos contaminantes locales estamos en mínimos históricos -muy poco a poco (demasiado) estamos ganando la batalla-, en otros, en cambio, como en el caso de las de emisiones de gases de efecto invernadero, estamos en pleno repunte después de una disminución directamente vinculada a la crisis económica.

Por lo tanto, el incremento de la demanda social de tomar medidas no se explica por niveles de emisiones o inmisiones de contaminantes, se necesitan otras claves interpretativas. Creo que algunos de los factores que pueden haber ayudado son estos:

  • El abandono progresivo a la comunicación de un enfoque excesivamente tecnocrático y su sustitución por una comunicación más comprensible para la mayoría de la población. Este cambio ya se ha producido en casi todos los movimientos sociales, y algunas administraciones de todo el mundo empiezan a hacer este giro en el ámbito de los contaminantes atmosféricos: ya no se habla de «calidad del aire» como se ha hecho durante mucho tiempo, ahora se habla directamente de «contaminación», un término mucho más claro, directo y comprensible para la ciudadanía en general.
  • El cambio de enfoque de una comunicación orientada en las emisiones generadas y el impacto sobre el medio, a una comunicación muy centrada en los efectos sobre la salud. Un ejemplo lo tenemos en cómo cada vez más la contaminación local se explica en términos de mortalidad prematura o enfermedades sobre los humanos, y menos en el volumen de emisiones generado -o evitado-, o los impactos sobre el resto del ecosistema. Para los medios generalistas es un tipo de comunicación mucho más atractivo y comprensible (especialmente teniendo en cuenta que tienen cada vez menos especialistas) por lo que la comunicación se extiende más. Un ejemplo en este sentido es por ejemplo la comunicación de Londres donde se habla de una «toxicity tax» para hacer referencia a un impuesto a los vehículos más contaminantes.
  • El cambio de la orientación de los objetivos políticos: del cumplimiento estricto de las leyes a las políticas aspiracionales. Se puede ver como cada vez más los movimientos sociales, y de manera incipiente las administraciones vinculan los objetivos de las políticas ambientales con los de la Organización Mundial de la Salud y no sólo al cumplimiento de las exigencias legales, normalmente más laxas. Esta vinculación con políticas aspiracionales es un elemento común con otras políticas contemporáneas que favorece la vinculación emocional de los actores sociales y su movilización.
  • Una aproximación integral a la problemática, frente al fraccionamiento típico tecno-administrativo. Así pues, la comunicación se mezclan los mensajes de varios contaminantes, principalmente contaminantes locales y gases de efecto invernadero. En algunos ámbitos comienzan a incorporarse también a los mismos mensajes otros factores como el ruido y el verde. Esto supone un reto muy importante para la comunicación de las administraciones públicas, muy acostumbradas al fraccionamiento de los mensajes, pero conlleva un efecto movilizador mucho mayor. A los movimientos sociales esta vía está mucho más desarrollada, por ejemplo la crisis climática y crisis sobre la biodiversidad se tratan conjuntamente en muchos foros. Ya estamos viendo en algunas administraciones una intensificación de la comunicación institucional en esta misma dirección -a pesar de la resistencia desde algunos ámbitos técnicos- porque permite evitar el excesivo fraccionamiento de mensajes, lo que disminuye el impacto político.

Este nuevo marco más comprensible, más integrador, más aspiracional y más vinculado a la salud, favorece la vinculación emocional de la población y su movilización. Se generan por tanto nuevas oportunidades para desarrollar políticas públicas más osadas para afrontar los cambios necesarios.
Pero al mismo tiempo una comunicación excesivamente emocional puede terminar en el desarrollo de políticas más «discursivas» que en cambios reales, y favorece la incorporación de posicionamientos poco basados ​​en hechos reales, confundiéndose información y opinión hasta niveles extremos, o distorsionando la importancia relativa de las decisiones tomadas, por lo que es más necesario que nunca aportar información precisa para garantizar que la discusión pública se lleva a cabo con un mínimo de rigor. Es en este contexto que la Fundació ENT ha decidido apoyar el proyecto contaminacio.net, un nuevo canal de comunicación centrado en aportar información de calidad al contexto de Barcelona en el ámbito de las contaminaciones. Una apuesta comunicativa pensada para periodistas, creadores de opinión, miembros de organizaciones sociales y ciudadanos no especialistas con ganas de entender mejor qué es la contaminación. Ojalá sea un proyecto útil para favorecer el cambio socio-económico necesario para afrontar exitosamente las problemáticas vinculadas a las contaminaciones en las ciudades, y su relación con las contaminaciones globales.