Verónica Martínez Sánchez (Fundación ENT)

Cada semana tiramos al contenedor amarillo 0,3 kg de envases ligeros y embalaje por persona en Cataluña [1]. Parte de esta cantidad se podrá recuperar para producir nuevos envases y embalajes mediante el reciclaje, pero en este proceso no sólo hay pérdidas de materiales, sino también un consumo importante de energía [2]. Según el estudio realizado por el Gremi de Recuperació de Catalunya en 2013 [3], en España el reciclaje neto (relación entre el peso del material reciclado y los envases puestos en el mercado) corresponde aproximadamente a un tercio para los envases de plástico (27-35 %) y de aluminio (30%), y alrededor de dos tercios para los envases de acero (64%). Esto hace que el reciclaje no sea suficiente para convertirnos en una sociedad de consumo responsable y consciente de los límites físicos de donde vivimos, para ello hay que caminar hacia la prevención de los residuos o la reutilización cuando lo anterior no sea posible.

El resurgimiento de un modelo de tienda que existía, y era el modelo por excelencia antes de que llegaran los supermercados, puede ser útil para acercarnos a este tipo de sociedad. Son las tiendas a granel donde los envases y bolsas reutilizables se llenan sólo con las cantidades de productos que se consumirán, evitando no sólo el despilfarro de recursos (materiales y energía) en envases/embalajes de un solo uso, sino también el derroche de producto causado por la compra de cantidades estándares, que no siempre se terminan usando del todo.

Aunque este tipo de tiendas existen, su volumen de venta es todavía reducido. Seguramente no son tan utilizadas como los supermercados por el poco tiempo que dedicamos (y/o la baja prioridad que damos) a las tareas domésticas. Esta opción de compra, más respetuosa con el medio ambiente, requiere más tiempo para limpiar los envases y llevarlos a rellenar a diferentes tiendas. Tampoco ayuda la falta de incentivos para la prevención y reutilización de residuos. Mientras que el ciudadano recibe algunas señales que promueven el reciclaje de envases, como la polémica campaña publicitaria “Envàs, on vas?”, recibe muy pocas para la prevención y reutilización de estos.

Por otro lado, la mayor parte de los productores (todavía) no venden sus productos en estas tiendas. Si bien es cierto que los envases y embalajes pueden ayudar a la preservación de algunos productos y también como herramienta de marketing, en la mayoría de los casos se podrían eliminar, reducir o emplear formas reutilizables. Sin embargo los envases/embalajes de un solo uso siguen utilizándose en casi todos los productos de consumo diario, parece que esta forma de venta es más provechosa que pasarse a la venta a granel.

Seguramente la manera más efectiva para volver atrás sería que los precios de los productos internalizasen su impacto ambiental, de forma que los productos más respetuosos con el medio ambiente no competirían con desventaja. Mientras esta apuesta clara por la implantación del principio “quien contamina paga” (promovido primero por la Directiva 2008/98/CE del Parlamento Europeo y del Consejo sobre los residuos y después por el paquete de Economía Circular de la Comisión Europea [4]) llega, podemos abrir camino escogiendo mejor donde hacemos nuestras compras.