Maria Mestre Montserrat | Fundació ENT

 

En los últimos años la problemática del derroche alimentario ha tomado mucha relevancia tanto a nivel institucional como a nivel de conciencia ciudadana. El Parlamento Europeo ha solicitado en reiteradas ocasiones a la Comisión Europea que tome medidas para reducir el derroche alimentario, los Estados Miembros han empezado a fijar objetivos para su reducción y el Consejo de la Unión Europea, el G20 y el organización de las Naciones Unidas han señalado la necesidad de evitarlo a lo largo de la cadena de suministro alimentario. En concreto, en 2015 la Organización de las Naciones Unidas estableció en su Agenda 2030 para el desarrollo sostenible el propósito de “reducir a la mitad el derroche mundial de alimentos per cápita en la venta al detalle y nivel de los consumidores y reducción de las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y distribución, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha “(propósito 12.3) dentro del objetivo de garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles (objetivo 12).

Cataluña no ha quedado al margen del incremento del interés social en esta problemática. En el año 2011 la “Diagnóstico del derroche alimentario en Cataluña” cuantificó en 262.471 toneladas el derroche alimentario de las familias, los restaurantes y los comercios minoristas, sin incluir el derroche de la distribución al por mayor, el de la industria agroalimentaria y el del sector primario. Esto supone que del total de las disponibilidades alimentarias sólidas que adquieren las familias, los restaurantes y los comercios al por menor de Cataluña, se derrocha el 7% (34,9kg/hab. y año), lo que equivale a tirar el comida consumida durante 25,5 días o nutrir más de 500.000 personas durante un año. Este diagnóstico representa el punto de partida del establecimiento, en el Programa general de prevención y gestión de residuos y recursos de Cataluña (PRECAT2020), del objetivo de reducir el año 2020 en un 50% el derroche alimentario respecto de los niveles cuantificados para la diagnosis del año 2010 en los ámbitos de la distribución al por menor, la restauración, el catering y el doméstico. Además del creciente interés en el ámbito de las políticas públicas, la problemática también ha visto nacer diferentes campañas de comunicación y actividades de concienciación ciudadana, destacando la aparición de la “Plataforma Aprovechamos los Alimentos“, asociación formada por personas y entidades relacionadas a la lucha contra el derroche de alimentos.

Las causas del desperdicio son múltiples y presentes en las diferentes etapas de la cadena alimentaria (estandarización de los alimentos, tamaño de las raciones en los restaurantes, mala planificación de la compra, etc.), pero tienen una lógica común que radica en la pérdida de conciencia del valor de los alimentos, valor entendido desde una perspectiva amplia (ambiental, cultural y económica).

Con el lema “Contra el derroche alimentario ponemos en valor los alimentos”, desde la Fundació ENT hemos querido aportar una herramienta para la visibilización del valor de los alimentos, en clave ambiental y económica, estimando los recursos necesarios para producir los alimentos que consumimos . Con esta información se pretende poner en valor que el derroche alimentario, aparte de los residuos generados, lleva asociado el desperdicio de recursos necesarios para la producción de los alimentos desperdiciados, además del dinero invertido en su compra.

La calculadora del valor de los alimentos ofrece la posibilidad de calcular tres indicadores ambientales asociados a la producción de una cantidad determinada de alimentos, así como su precio aproximado de compra. De esta forma se pone en valor todo lo que se desperdicia cuando tiramos alimentos frescos antes de ser cocinados y consumidos. En concreto se calcula la huella de carbono, la huella de agua, la ocupación de tierra y el precio de venta aproximado asociado a producir la cantidad deseada de 25 tipos diferentes de alimentos (cereales, frutas, legumbres, carne de diferente tipo , pescado, etc.). En el caso de la huella de carbono, se contemplan las emisiones generadas desde la producción y hasta que el alimento llega al punto de venta, incluyendo las emisiones asociadas a la gestión de los residuos alimentarios generados en cada fase de la cadena alimentaria (agricultura, procesado, transporte, y distribución y venta). No se contabilizan las emisiones asociadas al envasado y consumo, dado que se consideran alimentos frescos antes de ser cocinados y consumidos.

No hace falta decir que se trata de una aproximación elaborada con datos medios de factores de impacto a nivel europeo, sin discriminar según modelos de producción y distribución alimentarios. Sirve, pues, para dar una idea de la magnitud de estos impactos.

Pensamos que la herramienta puede utilizarse en todas aquellas actividades que impliquen el consumo de alimentos (comidas diarias, comedores escolares, comidas populares, etc.) pero especialmente para aquellos proyectos dedicados a la concienciación para la prevención del derroche alimentario o la canalización de excedentes alimentarios como:

  • Entidades organizadoras de comidas de aprovechamiento.
  • Entidades o administraciones que gestionan proyectos de canalización de excedentes alimentarios.
  • Proyectos económicos que procesan y comercializan productos alimenticios que de otro modo habrían derrochado (elaboración de mermeladas o zumos, sopas de verduras, etc.).

¡Esperamos que os resulte útil y os animamos a utilizarla!