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Mar RIera Spiegelhalder | ENT medio ambiente y gestión

A medida que sube el nivel del mar, se intensifican las tormentas y se erosionan nuestras costas, el llamado a la acción para las ciudades costeras europeas ya no se trata de prevención: se trata de supervivencia. Los impactos del cambio climático ya no son una amenaza futura. Sus efectos se manifiestan, entre otros, en forma de Dana (València, octubre 2024), erosión costera (Sligo, Irlanda), o fuertes sequías (Piran, Eslovenia). Como resultado, las infraestructuras, la población y los ecosistemas son cada vez más vulnerables a los fenómenos meteorológicos extremos.

Ante estas situaciones, la solución no se encuentra únicamente en la construcción de diques u otras soluciones de ingeniería. Está también en restaurar el equilibrio entre los asentamientos humanos y los sistemas naturales que tradicionalmente los protegían. El proyecto SCORE[1] (Smart Control of the Climate Resilience in European Coastal Cities), una iniciativa financiada por la UE durante cuatro años a través del programa Horizonte 2020, ha demostrado que las soluciones basadas en la naturaleza no solo son sostenibles desde el punto de vista ambiental, sino que también son inclusivas, viables económicamente y compatibles con la innovación tecnológica.

En los resultados principales del proyecto SCORE está la convicción de que la adaptación debe comenzar desde lo local. A través de diez Laboratorios Vivos de Ciudades Costeras (CCLLs), SCORE reunió a científicos, ciudadanos, técnicos y responsables políticos para co-crear soluciones adaptadas a los riesgos climáticos específicos de cada territorio. Desde la restauración de marismas y espacios verdes urbanos hasta el pilotaje de gemelos digitales, estos laboratorios demostraron que la naturaleza y la tecnología pueden —y deben— trabajar juntas.

Lo que distingue a SCORE es su enfoque integral y participativo. Las estrategias tradicionales, impuestas desde arriba, a menudo no se ajustan a la realidad local. En cambio, SCORE desarrolló metodologías de co-creación y ciencia ciudadana que garantizaron que todas las voces —desde pescadores hasta ingenieros municipales— participaran activamente en los planes de adaptación. Herramientas como sensores de bajo coste, juegos interactivos de planificación y plataformas abiertas de datos permitieron a las comunidades monitorizar cambios ambientales y responder en tiempo real, generando apropiación y resiliencia.

Además, la adaptación basada en los ecosistemas (ABE) no fue solo un concepto teórico: fue el pilar de la acción. El Catálogo SCORE de ABE[2] recopila estrategias implementadas como la restauración de dunas, la recolección de aguas pluviales o la renaturalización de zonas periurbanas, que no solo amortiguan los impactos del clima, sino que fomentan la biodiversidad y mejoran la calidad de vida. Los análisis socioeconómicos, liderados por ENT, demostraron que muchas de estas soluciones superan a las infraestructuras tradicionales en eficacia y rentabilidad a largo plazo[3].

Los hallazgos de SCORE ofrecen lecciones valiosas para quienes toman decisiones. Tal y como recogen sus recomendaciones políticas[4] (a nivel local, nacional y europeo), los gobiernos deben integrar formalmente los CCLLs y las ABE en sus marcos de planificación. Los fondos públicos, los incentivos fiscales y los marcos normativos deben priorizar infraestructuras verdes que se complementen con herramientas digitales como sistemas de alerta temprana o gemelos digitales, especialmente en las zonas costeras de alto riesgo.

Estas soluciones ya se han empezado a poner en marcha en varios de los CCLL participantes en el proyecto. En Vilanova i la Geltrú (España), el sistema de gemelo digital ayuda a simular y gestionar riesgos de inundación. En Piran (Eslovenia), se ha propuesto la recuperación de cisternas históricas y muros de piedra seca para combatir la sequía, integrando adaptación climática y patrimonio cultural. Y en Sligo (Irlanda), iniciativas de monitoreo ciudadano están guiando la toma de decisiones locales basadas en datos científicos abiertos.

Estas no son historias aisladas: son modelos replicables. El desafío ahora es multiplicar e institucionalizar estas experiencias en todo el continente. Frente a un futuro cada vez más incierto, debemos repensar la resiliencia no como una barrera contra la naturaleza, sino como una alianza con ella.

El proyecto SCORE nos deja un mensaje claro: el futuro de las ciudades costeras no se construye en hormigón, se cultiva con colaboración, innovación y respeto por los ecosistemas que nos protegen.

[1] https://score-eu-project.eu/

[2] https://score-eu-project.eu/eba-catalogue/

[3] https://zenodo.org/records/15640333

[4] https://zenodo.org/records/15640379