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Ignasi Puig Ventosa | ENT

Hace años que en casa tenemos una pila de compost. Le ponemos sólo las hojas de barrer el jardín y los restos de poda, nada de la cocina. Debe tener dos o tres metros cúbicos. Un par de veces al año me pongo manos a la obra y saco del fondo alrededor de 100-150 litros de compost.

Hace tiempo que me turba constatar que en cualquier puñado de compost que coja puedo encontrar algo de plástico, visible, sin excepción. A veces puede ser un trozo de pinza de tender ropa o alguna púa de la escoba, pero la mayoría de veces se trata de trozos de bolsas u otros elementos ligeros que han llegado volando o se han colado por debajo de la puerta exterior, y que han acabado en la pila después de ser barridas inadvertidamente. Supongo que mi preocupación sería mayor si se me confirmara la sospecha de que, además, debe haber muchos otros microplásticos invisibles al ojo.

En pocas décadas los plásticos se han convertido en omnipresentes en nuestra sociedad. Y, desgraciadamente, las consecuencias de su uso perduran mucho más allá de su vida útil. Todo el mundo es conocedor de la enorme dispersión de los mismos por nuestros paisajes. La situación en el mar no es mejor [1]. Esto me lleva a varias reflexiones.

En primer lugar, se evidencia la poca responsabilidad del sector y la connivencia de la Administración, que al tolerarlo deviene igualmente irresponsable. El sistema de reciclaje de este material es muy deficiente. Para empezar, la responsabilidad ampliada del productor sólo afecta -y de manera parcial- a los plásticos que se encuentran en envases ligeros, vehículos, neumáticos y aparatos eléctricos y electrónicos, no al resto. Para continuar, los niveles de reciclaje alcanzados no son lo suficientemente altos. Y como resultante, la sociedad tiene que hacer frente no sólo a los problemas originados por los materiales que no se reciclan, sino también a buena parte de sus costes de gestión.

En segundo lugar, ilustra la importancia de la pureza en los materiales que queremos reciclar, y por tanto la importancia de la recogida selectiva, de todos los materiales, pero especialmente de la fracción orgánica. Aunque las plantas de compostaje y metanización tienen capacidad de separar buena parte de los materiales impropios (de los que en Cataluña más del 40% son plásticos), esta separación nunca es perfecta. Dos estudios recientes han permitido comprobar que la calidad del compost se ve influenciada por la mayor o menor presencia de impropios [2] y que, a su vez, la presencia de impropios se ve influenciada por varios factores [3], entre ellos particularmente el sistema de recogida selectiva, siendo las modalidades ‘puerta a puerta’ las que presentan mejores resultados.

En tercer lugar, pone de manifiesto la urgencia de adoptar medidas que vayan a la raíz del problema. La recogida selectiva de calidad y un tratamiento de residuos adecuado son necesarios, y presentan mucho margen de mejora, pero son soluciones de final de tubo. También es importante difundir nuevas pautas de consumo por la vía de la educación ambiental, pero con esto tampoco es suficiente. Hay que incidir donde el problema se genera. Y esto pasa por medidas de mayor alcance, como impuestos sobre ciertos productos (por ejemplo, de un solo uso) o sobre ciertos materiales, definición de criterios de ecodiseño de consideración obligatoria, generalización de la responsabilidad ampliada del productor o -¿por qué no?- prohibición de ciertos plásticos (p.e. los oxo-degradables) o de su utilización para ciertos usos. Alguien puede pensar que algunas de estas medidas son demasiado hard, pero la verdad, después de pasear por playas y montañas y encontrar plástico en todas partes, ya estoy un poco harto de medidas soft.

El pasado 16 de enero se adoptó la European Strategy for Plastics in a Circular Economy [4]. Con ella, la Comisión Europea marca la dirección. Se deberán aplicar medidas por parte de la propia Unión Europea (listadas en el Anexo I de la Estrategia), así como por parte de los Estados Miembros y la industria (Anexo II), pero también por parte de las regiones y entes locales. Sin duda que su despliegue supondrá avances, el tiempo dirá si suficientes.

 

REFERENCIAS

[1] Véase por ejemplo: https://www.plasticoceans.org/wp-content/uploads/2017/01/Plastic-Oceans-High-Level-Science-Summary-Version-4.pdf

[2] Campos Rodrigues, L., Puig Ventosa, I., López, M., Martínez, X. (2016) Anàlisi de la incidència dels impropis de la FORM sobre la qualitat del compost de les plantes de compostatge de Catalunya http://residus.gencat.cat/web/.content/home/ambits_dactuacio/recollida_selectiva/residus_municipals/materia_organica__form_-_fv/jornades__estudis_i_enllacos/160426_impropis-FORM-i-qualitat-del-compost.pdf

[3] Puig-Ventosa, I., Freire-González, J., Jofra-Sora, M. (2013) Determining factors for the presence of impurities in selectively collected biowaste, Waste Managament and Research, 31: 510-517.

[4] Véase la estrategia y los documentos que la acompañan en este portal: http://ec.europa.eu/environment/waste/plastic_waste.htm