Santiago Gorostiza | Fellow ENT
Abril 2018
La noche del 21 de abril de 1983 el pánico se extendió por la provincia de Girona. El rumor de la rotura de la presa de Susqueda, situada a veinticinco kilómetros de la ciudad, corrió como la pólvora y saturó la centralita telefónica de medios informativos y centros públicos. Algunos vecinos abandonaron sus casas para subir a los puntos más altos de su zona. Las imágenes de la rotura de la presa de Tous, acaecida el otoño anterior, se conservaban frescas en la memoria de la población.
La realidad, sin embargo, es que la presa de Susqueda se encontraba en perfectas condiciones. El rumor se extendió a partir de la lectura enRàdio Girona del relato ganador del primer premio de un concurso de narración. Se trataba de la obra de Miquel Fañanàs, «Susqueda», que narraba la rotura de la presa en clave de ficción. Al estilo de la célebre narración radiofónica de «La guerra de los mundos» por parte de Orson Welles, unos minutos de ficción extendieron el pánico entre los oyentes, y el boca a boca hizo el resto. El entonces alcalde de Girona, Joaquim Nadal, se tuvo que desplazar a los barrios cercanos al río para calmar la población, y todas las emisoras locales lanzaron mensajes para volver a la calma.
El caso de la rotura ficticia de Susqueda podría considerarse una anécdota, pero desgraciadamente este tipo de accidentes no siempre forman parte de la ficción. El pasado 25 de abril se conmemoró el vigésimo aniversario del desastre ambiental de Aznalcóllar, desencadenado en 1998 por la rotura de la presa de contención de una balsa de residuos mineros, cuya liberación contaminó el río Guadiamar y amenazó el parque Nacional de Doñana. A día de hoy, la empresa sueca Boliden se sigue negando a hacerse cargo de los gastos económicos que le reclaman la administración española y andaluza.
Y es que a pesar de que a menudo se explican como casos excepcionales, el listado de fallos en embalses en todo el mundo durante el siglo XX es bien largo. En pleno siglo XXI, ya se han dado más de treinta casos. En noviembre de 2015, en un caso similar al de Aznalcóllar, la rotura de una presa de Samarco en Minas Gerais, Brasil, acabó con la vida de 17 personas y contaminó toda la región. En febrero de 2017, los daños en la presa de Oroville, California, y el riesgo de una rotura, causaron la evacuación de 180.000 personas. A pesar de que fue posible evitar el desastre, un año después el miedo sigue presente entre los que fueron desplazados.
El ejemplo del embalse californiano es un recordatorio del riesgo creciente que implica el envejecimiento de las infraestructuras hidráulicas. Y hay que añadir, tal y como ha señalado Álvaro Escrivá, Research Fellow en el Public Policy Institute of California, que el cambio climático incrementa estos riesgos. Los embalses fueron construidos teniendo en cuenta unas condiciones climáticas del pasado, que están cambiando rápidamente y que demandan una actualización de la legislación del Estado Español.
Y es que con demasiada frecuencia, los avances de la ingeniería y la legislación se realizan en base a la experiencia que dan los errores y los desastres que estos causan. En pleno franquismo, la renovación y mejora de la legislación para la vigilancia y control de presas se puso en marcha sólo después de la rotura de la presa de Vega de Tera, en Zamora, en 1959, que acabó con el pueblo de Ribadelago y la vida de 144 personas. Se trata del peor desastre vinculado al desarrollo hidroeléctrico del Estado en todo el siglo XX. Y es otro aniversario que se acerca: el 9 de enero de 2019 se cumplirán 60 años. Además de sacar del olvido estos eventos, adaptar la legislación a las actuales y futuras condiciones ambientales sería uno de los mejores homenajes a la memoria de quienes, en el pasado, fueron víctimas de la codicia, la negligencia y la falta de previsión.
Santiago Gorostiza, fellow de la Fundació ENT, es historiador. Actualmente es investigador postdoctoral María de Maeztu en el Instituto de Ciencias y Tecnología Ambientales (ICTA) de la UAB y Trent R. Dames Civil Engineering History Fellow en la Huntington Library (California), donde estudia la rotura del embalse de Vega de Tera (Zamora), en enero de 1959.