Míriam Galindo Fernàndez | ENT medio ambiente y gestión
El sector textil es uno de los sectores económicos con mayor impacto ambiental, siendo el segundo más consumidor de agua y el responsable del 8-10% de las emisiones de CO2 a nivel global (UN Environment Programme, 2019)[1]. Otro de los grandes impactos del sector es la generación de residuos, agravado notablemente por el crecimiento en los últimos años de la moda rápida, que provoca un elevado consumo de prendas baratas, de baja calidad y con un bajo índice de uso. Según los datos recogidos en el documento Estrategia para la circularidad y sostenibilidad de los productos textiles de la Comisión Europea, se espera que de aquí a 2030 el consumo de productos textiles y de zapatos se incremente un 63%, pasando de los 62 millones de toneladas anuales consumidas a 102[2].
En Cataluña, según la Agencia de Residuos de Cataluña, cada persona consume entre 21,5 y 26 kg de ropa por año, pero sólo un 12% de los residuos textiles se recogen selectivamente. Es decir, que gran parte del 88% restante es incinerado o llevado a un vertedero, perdiendo así la posibilidad de mantener o reintroducir estos recursos en el sistema productivo.
Cuando hablamos de residuos textiles es necesario diferenciar entre residuos de tejidos pre-consumo (residuos de fabricación) y tejidos post-consumo. El 95% de los residuos textiles reciclados son pre-consumo, debido a que es mucho más fácil el reciclaje porque se puede separar por fibras y por colores. En cambio, los tejidos post-consumo presentan una mayor dificultad para ser reciclados debido a la necesidad de separar las fibras, que además llevan tintes y acabados.
Ante la situación actual y la previsión de crecimiento de estos residuos, hacen falta mejoras para incrementar la reutilización y el reciclaje de estos, priorizando siempre la reutilización (tal y como establece la jerarquía de los residuos), es decir, reciclando sólo aquello que no sea viable reutilizar. En ambos casos, dos fases clave del ciclo de vida de la ropa en las que es necesario actuar son la fase de diseño y producción, y la fase de gestión del residuo. En la fase de diseño y producción es necesaria la fabricación de piezas de mejor calidad y mayor durabilidad, que permitan una mayor reutilización, y un diseño que tenga en cuenta su reciclaje, ya que por ejemplo la mezcla de tejidos diferentes o la presencia de sustancias tóxicas o de elementos decorativos dificulta mucho este proceso. En el caso de la gestión del material como residuo, habrá que incrementar la dotación de infraestructuras y la tecnificación de estas para llevar a cabo la recogida y selección de los materiales para ser reutilizados, y el reciclaje en aquellos casos en que no es viable la reutilización.
Pero, además de este cambio a nivel productivo, es esencial que se produzca un cambio a nivel social. Hay que invertir el estigma que todavía existe en el consumo de ropa de segunda mano por una conciencia social que haga que el comportamiento mal valorado sea el consumo de moda rápida.
Un punto importante que influirá en la evolución de los residuos textiles en los próximos años, ha sido la aprobación de la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, en la que se aborda la problemática de los residuos textiles desde cuatro vertientes:
– Obligación de todos los municipios a disponer de un sistema de recogida de los residuos textiles antes del 31 de diciembre de 2024 (Artículo 25).
– Prohibición de la destrucción o eliminación de excedentes no vendidos, destinándolos en primer lugar a canales de reutilización (Artículo 18).
– Establecimiento de objetivos generales de preparación para la reutilización, en cuyo logro tendrán un papel importante los residuos textiles (Artículo 26).
– Desarrollo en el plazo de 3 años de un régimen de responsabilidad ampliada del productor para productos textiles (Disposición final séptima).
Aunque hay indicios de que se empieza a actuar para reducir el impacto ambiental que tiene el elevado consumo de ropa con normativa que regulará su recogida selectiva o que prohíbe la destrucción de los excedentes por ejemplo, es necesario que desde la sociedad pongamos freno a este tipo de consumo de moda rápida. Debemos renunciar a este modelo de moda que promueve un consumo continuado y constante de productos baratos y que infrautilizamos, y empezar a hacer un consumo consciente de estos productos.
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[1] https://www.unep.org/news-and-stories/press-release/un-alliance-sustainable-fashion-addresses-damage-fast-fashion
[2] https://eur-lex.europa.eu/resource.html?uri=cellar:9d2e47d1-b0f3-11ec-83e1-01aa75ed71a1.0009.02/DOC_1&format=PDF